Ahora que nada está en su sitio,
que la noche acecha cada vez más temprano
y que vuelves
a volver a irte.
Después de haber corrido por la otra parte del mundo
me he dado cuenta de que a estas ganas
sólo le detienen todo el peso la tu ausencia.
Y a veces, me desvelo de madrugada
cuando te proyectas en mi cine de sábanas blancas
y confundo tu reflejo
con el espejismo de una vida pasada.
Y es que a pesar de la distancia
el tiempo
y todas las personas a las que podré querer,
sé que si me lo pides
sería capaz de cerrarle los ojos al mundo,
cortarme las alas
y dejar que tus manos sean lo único que me ahogue
para siempre.
Pero tu silencio es lo único que me arropa.